Quererte, sentirte, besarte.

Quererte, sentirte, echarte insoportablemente de menos cuando no estás conmigo, volver a sentir la euforia de un escenario a tu lado, mirarte y que los minutos desaparezcan.
Suena ridículo decir esto en voz alta, que estas palabras vayan más allá de mis pensamientos, ¿sabes?
Que otras personas te cuenten como me brillan los ojos cuando hablo de ti, que la mayoría de canciones del universo entero pasen a ser nuestra canción. Correr por las calles iluminadas de noche, escapandonos de la lluvia y buscando cualquier soportal para refugiarnos.
Provocas un cosquilleo constante dentro de mi, que me molesta muchísimo pero a la vez me encanta sentir. Tocar el piano a cuatro manos y que por un momento nuestro amor por la música nos convierta en rivales, sería divertido.
Tener una afición vehemente a ti; ver algo que me guste y pensar ‘seguro que también le gusta’.
Compartir litros y litros de cerveza, perderme en tu mirada y no saber como salir. Besarte, besarte y besarte, y mientras te beso todavía más, pensar ‘Seguro que el diccionario se refiere a esto cuando define la palabra pasión’.
Mi adicción a ti, tu magnetismo, que cuando nos damos la mano me sueltes y sentir como si me faltara algo de mi misma. No estoy segura de que esto sea sano.
Que seas una persona tan inexplicablemente especial siendo solo tú, tan unasumiblemente perfecta para mi, con tus inseguridades, tus manías.
Abrazarte como si fuera la última vez que te abrazo, regalarte eso que siempre has querido por estas navidades. Sentarme con la guitarra y un café y componer otra canción más sobre tu forma de existir.
Sentirme desproporcionadamente feliz cuando sonries, quererte de una forma que me emociona, que no alcanzo a entenderm que me duele. Como nunca.

Esos amigos

Poco se habla de los que hacen resurgir tu mundo día a día, de esos amigos que siempre han estado ahí y que te han visto es tus mejores y en tus peores días.

Esos amigos que te llenan la copa cuando la ves medio vacía, y te quitan la botella cuando estas al borde del abismo.

Los amigos que te miran y te dicen lo preciosa que eres, y lo bonitas que haces que sean las calles cuando pasas. Los mismos que te ponen el pijama más ridículo si te quedas dormida en el sofá de su casa mientras veíais una peli.

Poco se habla de cómo su abrazo puede hacer que todos los problemas se olviden. Sus bromas, sus cosquillas son la llave para liberar cualquier miedo.

Y qué decir de cuando cuenta sus movidas y tú no puedes entender por qué le han roto tantísimas veces la sonrisa esas historias de amor tan jodidas. E intenta ser payaso, cómico, absurdo, sacar una sonrisa al fin y al cabo.

Poco se habla de los amigos que son verso, poema, poeta, que no son Madrid, ni Barcelona, ni París porque son hogar, refugio. Poco se habla de esos amigos que te sacan a bailar bajo la lluvia, bajo el sol de agosto y las estrellas de cualquier cielo; de esos que saben cuál es tu comida favorita y de qué color te gusta pintarte los labios. Amigos que harían cualquier cosa por ser armadura y que nunca te hirieran,

Amigos que son la barra de un bar un Viernes cualquiera, la copa, el alcohol, la fiesta, los «Joder, tío, te quiero. Gracias por estar ahí», y la mañana siguiente comparten resaca y el dolor de cabeza. 

Resucitar en un abrazo después del dolor en el pecho; un abrazo de esos que hacen crujir los huesos y que te falte el aire.

Poco se habla de los amigos que son versos de otro, por eso te he escrito esto a ti, que siempre me has puesto los pies en el cielo; que me enseñaste que soñar, se puede también con los ojos abiertos, y me demostraste que el amor es una locura en la que loco y loca, ó loco y loco, ó loca y loca, me da igual, no encuentran ni quieren encontrar la cordura,

Me has dado tanto que incluso la poesía se queda corta; y sí, ya sé que dices que soy un desastre y eso de «Joder, pequeña, la que has liado», pero también me dices que tengo un corazón que no me cabe en el pecho. Y que lo hecho, hecho está y tire pa´lante. Porque tú me llevaste a la azotea para que dejase de sentirme tan pequeña, y me agarraste de la mano al cruzar la calle y me regalaste flores sin ser 14 de Febrero para que me sintiese flor entre tantísimo capullo.

A mi que no me jodan, poesía eres tú, diga lo que diga Bécquer.